Hanif Kureishi: “El psicoanálisis siempre ha estado ligado a la literatura”

Eva Queralt 20/03/2009 Jamal es un “recolector de suspiros, un lector de mentes y de símbolos”. Es decir, es un psicoanalista, que ve su mundo trastocado cuando su vulgar hermana mayor empieza a salir con su mejor amigo, culto y sofisticado, un hecho que le hace remover el pasado. Éste es el eje central de la nueva novela de Hanif Kureishi, “Algo que contarte” (Anagrama), una obra compleja y divertida que retrata con agudeza y en primera persona el Londres de toda una generación.

El autor, en una defensa del género novelístico, asegura que “aunque muchos digan lo contrario, la novela todavía es una de las mejores herramientas de nuestro tiempo para hablar de nuestras vidas cotidianas y cómo nos relacionamos con la política”. Así, en “Algo que contarte”, Kureishi introduce duras referencias a los políticos de su país como un elemento más de lo que él explica como la conjunción de “lo más profundo y lo más banal de la vida”, que también simboliza, por ejemplo, con la introducción en la novela del futbolista Eric Cantona por haber declarado al fichar por el Manchester United –equipo del autor- que había seguido psicoanálisis en la rama más dura, la lacaniana.

Pero lo que mejor caracteriza a este autor es su forma de reflejar una sociedad, algo que consigue del contacto con la gente de la calle. Reconoce que su mejor preparación para escribir una novela y dibujar a sus personajes es “vivir en este mundo”. “Tengo muchos amigos actores, guionistas, cineastas, y también muchos psicoanalistas, que me parecen las personas más inteligentes e interesantes. Pero también conozco gente inculta y estúpida, así que escribo historias que se viven a mi alrededor”, añade.

Esto le ha provocado quejas de algunas personas cercanas a él que se han visto reflejadas en sus obras, de lo que se defiende: “Una novela tiene que ser irritante, las molestias son un calibre del éxito de una obra artística. Pero ya sabéis, ¡si no queréis aparecer en mis libros no os acerquéis demasiado a mí!”.

Un Londres multirracial y poscolonial

En esta recolección de vivencias, no puede pasar por alto ser hijo de padre pakistaní y en muchas de sus obras introduce personajes surgidos de la inmigración o hijos de parejas mixtas, como es el caso de Jamal. En esta novela, hay incluso un capítulo ambientado en Pakistán, cuando Jamal y su hermana deciden viajar al país del padre. Aun así, Kureishi asegura que sólo hay dos aspectos comunes entre el protagonista de la novela y él: haber escrito textos pornográficos de jóvenes y el viaje a Pakistán.

Por lo demás, explica que no le interesa especialmente hablar de Pakistán, país que sólo ha visitado en dos ocasiones. “Pakistán está en mi vida por mi padre, pero mi familia ha vivido siempre en Londres, así que lo que más me interesa reflejar es cómo Inglaterra ha absorbido su pasado colonial y se ha vuelto multirracial. Ha sido una revolución gigante, la Inglaterra de mi infancia era muy diferente, en términos de razas y color en las calles”.

El capítulo en que los protagonistas viajan a Pakistán muestra el desgarramiento provocado por la partición con India y la creciente influencia islamista. “Mi familia era cercana a la de los Bhutto. Desde pequeño fui consciente de lo que había hecho el padre de Benazir por la democracia y entendí las luchas entre los sistemas democráticos de tipo occidental importados y el poder creciente de los mulás en las mezquitas”. De ahí que considere que el fanatismo religioso es “uno de los temas más fascinantes de nuestros días, tanto en oriente como en occidente”, argumento que ya trató antes de que estuviera de moda en varias de sus obras, como en “Mi hermosa lavandería” o en “Mi hijo, el fanático”, además de en varios ensayos.

Pero no todo es autobiográfico -“mi vida no es tan interesante como puede parecer leyendo mis obras”, responde cuestionado por las detalladas descripciones de los burdeles londinenses- sino que busca que cada nuevo proyecto sea “un ejercicio peligroso y desconocido”. Y es difícil aprovechar su anterior experiencia cuando considera que “hacerse mayor es darse cuenta de que sabes poquísimo y quizás sea eso la sabiduría, darse cuenta que no tienes nada que transmitir a la siguiente generación excepto una serie de malentendidos”.

Sin embargo, reconoce que cuando escribe aprende de los demás y de sí mismo, y es que para él, la cultura y la literatura son otras formas de psicoanálisis. “La cultura permite entrar en contacto con nuestras partes recónditas, las más profundas de nuestro ser, entenderlas y afrontarlas. El psicoanálisis siempre ha estado ligado a la literatura, porque necesitamos comunicar, hablar y conocernos”.

El psicoanálisis y la locura son partes esenciales en esta nueva novela, pero Kureishi lo puntualiza: “El tema de nuestro tiempo no es la locura en sí sino la definición de lo normal o de la no locura, ya que todos estamos afectados por algún trastorno, sobre todo yo”. El autor, que se confiesa amante de los programas televisivos en los que la gente explica sus vidas para sentirse mejor, añade que “lo que importa es cómo el concepto de normalidad se usa para coaccionar y estigmatizar a quien decidimos que no lo es. El tema es apasionante porque está en el centro mismo de lo que consideramos el ser humano”.

La editorial Anagrama, que celebra este año su 40 aniversario, ha hecho coincidir la publicación de esta obra con la reedición de “El álbum negro”, otra de las grandes novelas del autor que se consolidó en la cima con “El buda de los suburbios”.