Un dramático desenfoque

Covadonga G. Lahera 12/05/2009 Departures, el último filme oscarizado como Mejor Película de Habla No Inglesa, se ha presentado en España en el marco del Barcelona Asian Film Festival (BAFF 2009). Si los distribuidores no cambian de parecer, su estreno comercial tendrá lugar el próximo 3 de julio.

En el descomunal filme Desmontando a Harry (Deconstructing Harry, 1997) dirigido por Woody Allen, el actor Mel, al que daba vida Robin Williams, se desenfoca repentinamente durante un rodaje. Su director decide aplazar la jornada de trabajo hasta el día siguiente para que Mel pueda descansar en casa y “aclararse”. Preocupado al no recuperar la nitidez de su cuerpo tras un largo descanso, decide acudir a un especialista que acaba repartiendo gafas entre sus familiares. Este pequeño relato que han ilustrado las imágenes está siendo realmente contado por un personaje externo, pero dentro también de la ficción de Desmontando a Harry. Éste extrae una moraleja que le transmite a Harry Block, el propio Allen, que interpreta a un escritor bloqueado: “Usted espera que el mundo se adapte a su distorsión”.

En Departures (Okuribito, Yôjirô Takita, 2008), el último filme ganador del Oscar a la Mejor Película de Habla No Inglesa, existe también un personaje borroso, desenfocado, pero exclusivamente en la memoria de su hijo. El japonés Yôjirô Takita narra a través de este niño ya convertido en adulto, Dai, y parcialmente mediante su voz en off, la historia de un violonchelista en crisis que tras disolverse su banda de música descubre una segunda vocación que jamás hubiera imaginado: amortajador de cadáveres. Esta nueva vida junto a su esposa Mika implica también un cambio geográfico: de Tokio a Yamagata, al hogar familiar dejado por su madre.

El filme anticipa en su prólogo algo que veremos más adelante: Dai, el protagonista, amortajando a una mujer joven muy bella. Se abre con este salto hacia adelante para ir exponiendo lentamente el antes, vuelve a repetir el prólogo y entonces avanza hacia adelante el relato. No obstante, es un flashback integrado en dicha estructura el elemento que sintetiza el viaje evolutivo que sigue el personaje en el transcurso de la película.

Un poético intercambio de piedras representa la todavía intensa conexión emocional entre padre e hijo, por mucho que éste haya sufrido el abandono. Ese flashback es el recuerdo de dicho intercambio. Primeramente, el rostro del padre aparecerá borroso en la memoria del hijo. Finalmente, en el mismo lecho de muerte, recuperará su claridad. Aunque la distorsión propuesta por Allen posee una naturaleza metafórica diferente y fundamentalmente cómica, tanto en el caso de Desmontando a Harry como en Departures, el desenfoque lo sufre, ya sea en sí mismo o en alguien externo, el propio individuo que experimenta algún tipo de distorsión emocional. Ese emborronamiento surge por consiguiente de algún desajuste padecido en territorio íntimo. La reconciliación con su padre en lo privado activará automáticamente la vuelta al foco de su rostro en un final melancólico y optimista.

El nipón Yôjirô Takita, que empezó dirigiendo, como tantos otros, pinku eiga, combina una sobria, pero elegante puesta en escena –que transcurre en gran parte entre paisajes cubiertos por la nieve e interiores enlutados- con frecuentes clímax dramáticos ejecutados de un modo bastante edulcorado que acaban afectando al ritmo de la narración.

El juego que podía haber dado el retrato de una profesión denostada socialmente, así como la aproximación a la muerte desde tal perspectiva no demasiado habitual se queda a medio camino al dudar sobre si ser más dramática o más esperpéntica. Al final opta en exceso por lo primero y ya se sabe qué ocurre cuando alguien pretende extraer lágrimas fáciles. Eso sí, hay unas cuantas fábulas, metáforas, enseñanzas… que aisladamente nos suenan a verdades gigantescas: “Los inviernos no eran tan fríos cuando era niño”. Ya sin las imágenes, también queda la opción de volver a escuchar la partitura compuesta por Joe Hisaishi.