Anna Zaera
18/09/2009
Conocer el pasado es la base para construir un futuro sólido. Con este propósito, la escritora china Xinran Xue ha recopilado en su último libro “Generación Mao”, editado en español por Planeta y presentado en Casa Asia, una decena de testimonios, todos ellos protagonistas de unos años sesenta convulsos, marcados por la conmoción política y la exacerbación del espíritu revolucionario.
Xinran ha querido reivindicar las vidas de millones de chinos; trabajadores de fábricas, acróbatas, curanderas, zapateros, taxistas o simplemente madres y padres que intentaron tirar adelante con sus respectivas familias en los años cincuenta y sesenta.
Cámara en mano y acompañada por un grupo de estudiantes chinos y británicos, Xinran, inició un peregrinaje por el interior del país, de este a oeste, entre el Río Amarillo y el Yangtsé, para encontrar aquellas voces que seguían calladas cincuenta años después de la Revolución Cultural. “No existen testimonios gráficos de la época en archivos oficiales. Parece como si los hubieran querido borrar del mapa”. Sí aparecen sus rostros, en blanco y negro, en el libro e Xinran.
Recuperar estos relatos no fue un proceso sencillo. Su investigación duró más de 20 años. De hecho no fue hasta el 2005 cuando decidió ponerse manos a la obra, y seleccionar una decena de entrevistados entre todo el material que había recabado y ponerse a escribir.
“¿Para quién es este libro?” Se pregunta a sí misma Xinran. “Principalmente para mí” contesta. “Me ha servido para responder a mis propias preguntas”. Confiesa que sus entrevistados se han convertido en “maestros”. “Con cada entrevista aprendía un poco más de la historia de mi país y también ayudaba a que otros la conocieran” afirma.
Conseguir que la gente explicara su experiencia “no fue una tarea fácil” dice Xinran. “Los chinos, sobre todo los de aquella generación, temen hablar sobre sus vidas, mostrar emociones”. Sin embargo, consiguió que muchas personas le confiaran sus sentimientos. “Yo les preguntaba: Saben porque quiero grabar su historia? Porque quiero que sus hijos vean lo que China ha hecho de vosotros. Después de escuchar su historia, sus hijos y sus nietos verán China de otra manera” les decía.
Xinran se muestra muy combativa en este punto. “Existe un gran desconocimiento de la China real”. Y encuentra una explicación “Mao quería construir una sociedad de analfabetos e incultos. A partir de los años 50, el país se desarrolló sin cultura. Se educaba para ver la historia de un modo monocolor”.
Para ella, la herencia de esta tergiversación sigue vigente a día de hoy. “La historia oficial china obvia lo que pasó en 10 años de Revolución Cultural”. Dice haber comprobado esta tesis ella misma con el equipo de jóvenes que le ayudaron a realizar las entrevistas “Nadie sabía que significaba la Revolución Cultural”. Quizás porque no se habían atrevido a preguntar. “Somos chinos, nunca cuestionamos a nuestros padres” argumentaban algunos de ellos.
El valor de las mujeres
La inquietud de esta escritora y periodista afincada desde 1997 en Londres por remover la historia reciente de su país no es algo nuevo. Este libro se suma a otras publicaciones anteriores, en que la autora ha intentado recuperar a quién considera “los grandes olvidados de la historia de China”. Ya en su anterior libro “Nacer mujer en China: las voces silenciadas”, editado en 2008, recogía los testimonios de mujeres chinas maltratadas. Muchas de ellas habían explicado su experiencia en el programa de radio nocturno que Xinran condujo en una emisora de radio china de 1989 a 1997, antes de trasladarse a Gran Bretaña.
Las mujeres tienen un protagonismo destacable también en “Generación Mao”. Xinran se emociona cuando habla de ellas. “Han sido las verdaderas impulsoras de la China real. Son muchos los que nunca han conocido las múltiples facetas de su propia madre. Lo han sido todo. Madre-esposa, madre-trabajadora madre-hija”.
“El último capitulo del libro es muy especial para mí” dice Xinran. “Esta dedicado a una zapatera. Durante el día arreglaba zapatos y por la noche ayudaba a su esposo que reparaba bicis. Vivían en un baño público, y, a pesar de esto, su hija consiguió ir a la universidad. Este es mi orgullo” dice Xinran “y el orgullo de nuestro país”. Por eso, Xinran dedica este libro a las madres de China y, en especial a la suya, Xujun.
Sus propios padres fueron encarcelados por el régimen comunista cuando ella contaba con sólo 6 años de edad. “Ambos profesores, habían sido educados en Europa y fueron encarcelados por ser parte de una elite intelectual que contradecía los postulados del régimen”. Durante este tiempo Xinran estuvo custodiada por el Ejército Rojo y por sus abuelos, junto a su hermano, cuatro años menor.
A pesar de las vicisitudes de su infancia, Xinran, que nació en Pekín en 1958, consiguió a los 19 años ingresar en la Universidad Militar donde se formaría en periodismo y relaciones internacionales. Los hechos de Tiananmen en 1989 le permitirían una primera experiencia como reportera amateur. “Fueron momentos de mucha rabia y también mucha ilusión”. “Quizás fue entonces cuando me sentí por primera vez implicada con mi país y confié en que podíamos acercarnos a la democracia”.
Mira a China con otros ojos
Ahora, desde su casa de Londres, donde vive con su esposo, de nacionalidad británica, y su hijo de 21 años, ha aprendido a mirar a China de una manera diferente “más paciente y reposada”. Aunque dice haber vivido la rabia de quién siente que le han robado parte importante de su vida.
“Conocer mejor y comprender” es el bálsamo que utiliza para reconciliarse con sus orígenes. Sin embargo, sigue alerta y no pierde ocasión para difundir su mensaje “China no es una superpotencia, China está formada gente anónima, no sólo por cifras. Que haya un Starbucks en la plaza de Tiananmen no significa que haya llegado la democracia a China”.
Xinran visita China dos veces al año. En 2008, hizo una excepción y realizó un viaje de más. Xinran voló desde Londres a Pekín con este libro bajo el brazo para emprender por segunda vez una ruta por el interior del país. “Reencontrarme con mis entrevistados y regalarles el libro ya editado fue una gran satisfacción”, en realidad, la culminación de un proceso que ella sólo considera “el principio de un gran viaje hacía la recuperación de la memoria histórica”.
Xinran es consciente que “Generación Mao” no es un libro de historia al uso, sino “una gota de agua del gran océano que es China”. Acusada de ingenua y tendenciosa, afirma desacomplejada que no le importan estas críticas. “Mis libros son honestos. Con eso me basta” afirma.