Redacción
23/11/2010
Al menos unos 200 proyectiles han caído sobre la isla surcoreana de Yeonpyeong, cerca del límite de las aguas jurisdiccionales de ambos países, en el Mar Amarillo.
Corea del Sur respondía con un unas ochenta ráfagas de artillería ante la agresión norcoreana y procedía inmediatamente a ordenar la evacuación de la población civil de la isla.
Asimismo, Seúl ha decretado el máximo nivel de alerta fuera de tiempo de guerra ante el que se considera uno de los incidentes armados más graves desde el armisticio de 1953.
No es el primer episodio de enfrentamiento armado en casi sesenta años de división de la península, pero sí es uno de los más graves.
Sobre todo porque, además, no está muy lejos en el tiempo del hundimiento del buque de guerra surcoreano Cheonan, atribuido por la comunidad internacional a un ataque de un submarino norcoreano, aunque el régimen comunista niega toda implicación.
Este incidente tiene implicaciones difíciles de prever, pero llega, como otros anteriores actos de provocación, en un momento de dificultades para Pyongyang.
Corea del Norte se encuentra en pleno proceso de transición dinástica entre el enfermo Kim Jong-il y su hijo, el desconocido Kim Jong-un. Además, el aislado régimen comunista pasa por una nueva fase de grave déficit alimentario.
En esta fase se han multiplicado los actos de provocación, como la revelación, este pasado fin de semana, de la existencia de nuevas instalaciones nucleares en la antigua central de Yongbyon, un complejo oficialmente desmantelado.
Y las provocaciones norcoreanas suelen preceder a nuevas rondas de negociación. Es la forma que tiene Pyongyang de afrontarlas desde una posición de mayor fuerza.