Redacción
04/01/2011
La Federación Nacional de Sindicatos Chinos ha anunciado su intención de introducir los mecanismos de negociación colectiva en todas las empresas en un plazo de tres años con el objetivo de reducir la conflictividad laboral.
Así lo recogen los
medios oficiales de la República Popular, que citan a Zhang Jianguo, responsable de convenios colectivos del organismo que agrupa a los sindicatos chinos, todos ellos dependientes del estado.
Esta circunstancia significa que la negociación en cualquier empresa china, donde rigen desde principios de los noventa los convenios colectivos, está en función de los intereses del gobierno.
La necesidad de extender la práctica de la negociación entre dirección y trabajadores se está haciendo más imperiosa día a día al verificarse la creciente distancia entre las exigencias de una sociedad que crece a velocidad vertiginosa y unos sueldos que continúan representando, por su infravaloración, el gran atractivo para las multinacionales.
Es precisamente en las plantas de estas empresas en las que se han materializado, este último año, numerosas huelgas y protestas laborales que han obligado a las direcciones a conceder importantes aumentos de sueldo.
De hecho, la alarma por la creciente conflictividad laboral saltaba a raíz del incremento de suicidios de empleados de empresas tecnológicas, atrapados entre el bajo sueldo y la alta exigencia profesional.
La crisis de los suicidios, concentrada particularmente en
Foxconn, la empresa de propiedad taiwanesa que fabrica para las grandes multinacionales de la telefonía móvil, se amplió a una conflictividad laboral generalizada en la llamada “fábrica global”, principalmente la provincia de Guangdong, vecina de Hong Kong, en la que a lo largo de más de dos décadas se han instalado las grandes multinacionales de todos los sectores de la economía productiva.
Pekín no puede permitirse que las huelgas y las protestas por motivos salariales se hagan crónicas en uno de los pilares de su emergencia como potencia económica. Y mucho menos aún puede el régimen asumir que la conflictividad laboral contagie otros ámbitos de la sociedad hasta discutir la legitimidad del liderazgo político y social del Partido Comunista.
El potencial descontento social es la mayor amenaza para la estabilidad de la gran potencia del Siglo XXI.