Vietnam celebra el XI Congreso Nacional del Partido Comunista en un momento de inflexión económica

Redacción 10/01/2011 Aunque la economía vietnamita sigue manteniendo incrementos de alrededor del 7% (6,8% en 2010), varios elementos hacen temer que el milagro vietnamita llegue a su fin si los nuevos órganos políticos no encuentran las medidas adecuadas para evitarlo.

Uno de los problemas económicos que más directamente afectan a la población es la inflación. El índice de precios al consumo ha aumentado un 11,75% entre diciembre de 2009 y de 2010, debido en gran parte al incremento de precios de los alimentos y de la vivienda, lo que está mermando seriamente el poder adquisitivo de las clases trabajadoras.

Pero a esto hay que añadirle la presión que sufre la moneda vietnamita, el dong. En los últimos dos años y medio, el dong ha perdido alrededor del 20% de su valor en relación al dólar. Y sobre todo, ha perdido la confianza de los vietnamitas, que para asegurar su futuro intentan acaparar dólares y objetos de valor.

La debilidad de la divisa ha provocado el aumento del precio de las importaciones y en consecuencia del déficit comercial, además de añadir presión a un sector industrial cada vez más endeudado.

En 2010, con el objetivo de frenar el IPC en algunos productos de alimentación, el gobierno aprobó unas medidas para forzar a las empresas a mantener los precios de los ingredientes. En otro intento de sostener el dong y frenar la inflación, el pasado mes de noviembre el Banco Central vietnamita subió los tipos de interés del 8% al 9%. Otra de las medidas del gobierno fue imponer un impuesto del 10% a las exportaciones de oro, aunque el mercado negro del preciado mineral y de dólares no ha dejado de crecer.

La dificultad para frenar la inflación ha sido uno de los principales motivos para que la agencia Moody’s rebajara a finales de 2010 la calificación de la deuda soberana vietnamita, lo que a su vez ha provocado que para una empresa sea ahora mucho más caro conseguir un crédito.

Pero el principal foco de atención en este Congreso Nacional y en sus decisiones para el futuro gira en torno a una posible reforma del gran sector público vietnamita y de una reducción de los trámites burocráticos que pueda atraer mayores inversiones extranjeras.

Mientras el sector privado ha mantenido, en mayor o menor grado, su expansión, el público, de grandes dimensiones en Vietnam, acumula importantes deudas. Las empresas estatales vietnamitas representan el 40% de la inversión de capital en el país, pero sin embargo, sólo contribuyen en el PIB en un 25%.

El gran ejemplo de este sector público en apuros es el conglomerado Vinashin, empresa originariamente dedicada a la construcción naviera pero que hoy está presente en una gran diversidad de sectores económicos del país.

Vinashin, otrora ejemplo del desarrollo económico vietnamita, hacía saltar las alarmas cuando no pudo devolver un crédito internacional en el últimos mes de 2010. La naviera ha acumulado un déficit de hasta 4.500 millones de dólares y la excepción fiscal temporal otorgada por el gobierno o los créditos gratuitos conseguidos podrían no ser suficientes para salvar a este gigante económico.

El primer ministro Nguyen Tan Dung, que busca apoyos para repetir en el cargo cinco años más, se ha mostrado partidario ante la prensa vietnamita de una reforma del sector público, aunque no es una tarea fácil en un sistema caracterizado por la gran implicación de los miembros del partido y sus familias en estas empresas.

Si el X Congreso Nacional del Partido Comunista puso el énfasis en las políticas para seguir impulsado el desarrollo del país, el XI debe afrontar el futuro del sector público y marcar las políticas para superar los nuevos retos económicos de Vietnam.