Redacción
31/03/2011
La presión de las economías más ricas para que China permita la apreciación del yuan o renminbi ha llegado a la misma República Popular, a la ciudad de Nanking, donde el G20, ha organizado un seminario de un día dedicado específicamente a la cuestión.
La idea de la presidencia francesa del foro de traer el debate a la propia China busca implicar a la gran potencia emergente en un debate, el de la infravaloración del yuan, que estaba siendo unilateral, por parte de Estados Unidos y la Unión Europea.
Desde los
medios oficiales chinos, se recalca la necesidad de un yuan estable que garantice una evolución de la economía sin sobresaltos y la progresiva convertibilidad de la divisa china en una moneda que pueda rivalizar con el dólar, el euro y el yen como instrumento financiero.
Efectivamente, tanto Washington como las potencias europeas están dispuestas a que el yuan se incluya en los mecanismos de special drawing rights (derechos especiales de giro) del Fondo Monetario Internacional.
Así lo han señalado tanto París como el propio secretario norteamericano del Tesoro, Timothy Geithner, que ante este seminario de Nanjing ha reiterado la necesidad de que el yuan adquiera en el mercado de divisas un valor más cercano a la proporción de la economía de la China emergente, la segunda ya del Planeta.
Las autoridades económicas chinas, sometidas a la presión norteamericana y europea, esgrimen que una fuerte apreciación del yuan pondría en peligro la estabilidad del mercado chino y, en consecuencia, eso repercutiría en la economía mundial.
No en vano China es una de las economías más dinámicas y, en cierta manera, es el motor de las exportaciones de los países más desarrollados, en particular Japón.
Hoy por hoy, el valor del renminbi sitúa a China en una posición de privilegio en el comercio internacional, con claros superávits ante la mayoría de economías.