Eva Queralt
03/03/2011
Muhammad Yunus, premio Nobel de la Paz en 2006 por su contribución a la erradicación de la pobreza, ha sido destituido como director ejecutivo del
Grameen Bank, el Banco de los Pobres, que fundó hace 34 años para dar una oportunidad a los más necesitados a través de un sistema pionero de microcréditos.
El Banco Central de Bangladesh, la entidad que regula el sistema financiero del país y que posee una cuarta parte del Grameen Bank, le obliga a abandonar el cargo alegando que la edad legal de jubilación para directores de bancos comerciales es a los 60 años y que Yunus ya tiene 71.
Pero “el banquero de los pobres” no se ha quedado de brazos cruzados y ha presentado una
demanda legal para anular su destitución. Según el Grameen Bank, Yunus no puede ser destituido mientras tres cuartas partes del consejo del banco –las que no están controladas por el gobierno sino por los propios prestatarios y prestamistas- quieran su continuidad. Además, asegura que dispone de una exención legal para mantenerse en el cargo.
El Grameen Bank ha difundido un
comunicado en el que explica que la entidad luchará en los tribunales contra la decisión del Banco Central y que según sus asesores legales de momento Yunus sigue dirigiendo el banco.
La cuestión sobre la edad de jubilación ha sido la última acusación lanzada contra Yunus, a pesar de ser una norma que no se ha aplicado en el país en años, pero las presiones por parte del gobierno para que renunciara al cargo vienen de lejos.
El presidente del Grameen Bank, Muzammel Huq, nombrado por el gobierno, en la misma declaración en la que anunciaba la destitución, añadía que cuando fue renovado en el cargo en 1999 no se cumplieron los requerimientos legales y que nunca recibió la necesaria aprobación previa por parte del Banco Central. A pesar de ello parece que han necesitado once años para darse cuenta del error legal.
Muchos ven en este caso una
campaña de desprestigio orquestada desde el gobierno de la primera ministra Sheikh Hasina, que vería en Yunus un rival político desde que en 2007 éste intentara formar un partido político centrando su discurso en la lucha contra la endémica corrupción del sistema político bengalí.
Pero la presión por parte del gobierno contra Yunus se ha intensificado desde que el año pasado un documental de una televisión noruega acusara a Grameen Bank de haber desviado, a mediados de los años 90, 100 millones de dólares de una agencia humanitaria noruega a una entidad del mismo grupo no dedicada a dar microcréditos. El propio gobierno noruego desmintió que se hubieran malversado sus fondos, pero el caso propició que el gobierno bengalí abriera una investigación sobre las operaciones del banco.
La propia primera ministra ha manifestado en público en diversas ocasiones su animadversión hacia Muhammad Yunus y recientemente ha mostrado su escepticismo hacia el sistema de las microfinanzas acusando a los prestamistas de “chupar la sangre de los pobres con el pretexto de reducir la pobreza”. También ha declarado que Yunus ve el Grameen Bank como una propiedad personal.
Recientemente, Yunus ha tenido que acudir en varias ocasiones a los tribunales tras haber sido acusado de delitos como difamación de políticos o por ser el último responsable de haber supuestamente adulterado –la denuncia se dirigía contra una de las compañías sin ánimo de lucro del grupo Grameen- un yogurt con vitaminas.
De hecho, el prestigio de Yunus y del Grameen Bank se han visto afectados por una crisis de la imagen del sistema de microcréditos a nivel global provocada por casos, como ha ocurrido en India, en que se ha dado un incremento de suicidios de campesinos que no podían pagar sus deudas. Pero el sistema implantado en India, y que el gobierno ha anunciado que revisará, difiere del bengalí, ya que en muchos casos los microcréditos no son otorgados por entidades sin ánimo de lucro.
El Grameen Bank tiene 8,3 millones de prestatarios, está presente en la casi totalidad de las aldeas de Bangladesh y ha
prestado 10.000 millones de dólares. Según un informe, el sistema de microcréditos ha ayudado a salir de la pobreza de 10 millones de bengalíes en los últimos 20 años. Dada la magnitud que ha tomado el Grameen Bank y su peso en la economía del país, que Yunus no tenga un claro sucesor para muchos sí que se convierte en un problema.
Apoyo internacional
Yunus, que en 1998 recibió también el premio Príncipe de Asturias de la Concordia, mantiene un gran prestigio a nivel internacional y varias personalidades le han mostrado su apoyo frente al acoso del gobierno de Dacca.
Entre ellos, la expresidenta de Irlanda Mary Robinson, o el expresidente del Banco Mundial, James Wolfensohn, que han fundado el grupo “Amigos de Grameen”.
La embajada norteamericana en Bangladesh también ha mostrado su profunda preocupación por la posición tomada por el Banco Central y ha anunciado que la Secretaria de Estado, Hillary Clinton, espera poder recibir al profesor Yunus en Washington el próximo 8 de marzo para discutir sobre el caso de su destitución, entre otros temas.