Redacción
15/06/2012
A Tokio no le conviene en absoluto que su divisa continúe revalorizándose, una tendencia que contribuye a castigar a su fuerte sector exportador, ya enfrentado a la apatía de la demanda europea. En los últimos tres meses el yen se ha revalorizado un 6% respecto al dólar norteamericano.
Las elecciones en Grecia, así como las medidas que surjan de Europa y del G20 de principios de la semana que viene en México, pueden modificar completamente el panorama de la salida de la crisis global, una dinámica en la que Estados Unidos lleva algo de ventaja.
Pero aún así, la prudencia se ha impuesto en la dirección del Banco de Japón, dejando para próximas reuniones la posibilidad de acometer políticas de dinamización.
Los tipos de interés se sitúan en la práctica casi en un interés del 0%.
En febrero, las autoridades económicas niponas se marcaron un objetivo inflacionario del 1% como plan para acabar con la deflación crónica, uno de los grandes males de la hoy tercera economía del mundo.
El persistente retroceso de los precios acaba siendo gravoso para los beneficios de las empresas y los salarios.
Según las conclusiones del propio banco central japonés, la política monetaria seguida hasta la fecha ha conseguido estimular la petición de créditos por parte de empresas y particulares, lo que habría repercutido en una moderada reactivación de la economía.
En este sentido, el Banco de Japón mantiene su
programa de compra de activos hasta elevarlo a los 890.000 millones de dólares destinados a adquirir deuda pública y privada.
El programa incluye la compra de activos más comprometidos, como los inmobiliarios, un proceso destinado a sanear paulatinamente el sector financiero.