Redacción
29/04/2013
Sohel Rana, propietario del edificio que albergaba numerosos talleres de confección para marcas occidentales, ha sido
detenido cerca de la frontera con la India cuando intentaba huir del país. Las televisiones de Bangladesh han mostrado ampliamente su imagen esposado y detenido cuando se le trasladaba en helicóptero a la capital, Dacca.
El ministro del interior informó de la detención y aseguró que será juzgado por haber violado la normativa de construcción vigente.
Sohel Rana es un dirigente de la rama juvenil de la Liga Awami, actualmente el partido en el gobierno, y en la prensa se le acusa de utilizar sus contactos políticos para obtener permisos para construir en suelo público.
Otras cinco personas han sido detenidas: tres copropietarios de talleres y dos ingenieros, funcionarios municipales, que aprobaron el diseño y certificaron que no había peligro ante las grietas.
También se busca al empresario español David Mayor, copropietario con un socio bengalí de uno de los talleres de 2.000 m2. David Mayor es director general de Phantom-Tac, una empresa formada por la asociación en partes iguales de Phantom Apparels (Bangladesh) y Textile Audit Company, con sede en Reus.
El miércoles 24 de abril un edificio de ocho plantas situado en el distrito de Savar, a las afueras de Dacca, se derrumbó atrapando en su interior a más de tres mil trabajadores. Albergaba talleres de manufacturas, básicamente de productos textiles y calzados.
Según las cifras oficiales 2.430 han conseguido salvarse, hay 381 víctimas mortales confirmadas y un número indeterminado de desaparecidos.
Un día antes del accidente el edificio fue evacuado y las autoridades locales habían pedido a los propietarios que se detuviera la actividad ante la aparición de grietas. Las advertencias no fueron cumplidas y se obligó a los trabajadores regresar a sus puestos.
El drama en las factorías de mano de obra intensiva se repite en uno de los países más pobres de Asia.
La tragedia ha sido la más mortífera de los últimos años pero no la única, sin ir más lejos el pasado noviembre murieron más de un centenar de obreros en el incendio de una fábrica en la capital. La repetición de estos incidentes y la gravedad del suceso ha provocado la provocado la indignación de la población. Se han vivido dos días de protestas en Dacca.
El gobierno ha prometido ayudas para las víctimas y la primera ministra, Sheikh Hasina, ha visitado el lugar de los hechos y a los heridos en los hospitales. Además se ha constituido
un comité para estudiar la reforma de las medidas de seguridad en las fábricas.
El derrumbe de esta fábrica pone una vez más de manifiesto las penosas condiciones laborales en que se fabrica en Asia para grandes marcas occidentales. A los miserables salarios hay que añadirle la falta de control en la seguridad de las factorías.
Entre los escombros del Plaza Rana se han encontrado etiquetas de marcas como Mango, Primark, El Corte Inglés, Bon Marche y Joe Fresh.
Desde
Human Rights Watch (HRW) se destaca que en Bangladesh sólo hay 18 inspectores para las más de 100.000 fábricas que operan y se exige que se aprueben leyes laborales más estrictas.
La Organización Internacional del Trabajo (OIT) ha anunciado que enviará una delegación, coincidiendo con el 1 de mayo, para estudiar la situación.