Antiguos cuadros del Partido Comunista chino piden más libertad de expresión

Redacción 14/10/2010 Un grupo de veintitrés antiguos dirigentes del Partido Comunista chino han enviado una carta al Parlamento en la que reclaman a los actuales líderes una apertura que ponga fin a la censura y permita la libertad de expresión de la población.

El documento pide una reforma política y advierte que el respeto a la libertad de expresión es fundamental para la supervivencia del régimen. La constitución china de 1982, en su artículo 35, garantiza a priori este derecho, aunque en la práctica no se respeta. Por ello en el texto se califica a los mecanismos de censura actuales como vergonzosos y escandalosos.

La carta remitida al Parlamento recoge ocho peticiones concretas. Entre ellas, reclama que los ciudadanos puedan expresar sus opiniones en Internet, la abolición del control sobre la prensa y el respeto hacia la profesión periodística, el acceso sin censura a las obras publicadas en Hong Kong y Macao sin censura, la abolición de la ciberpolicía o el derecho de los ciudadanos a conocer los crímenes y malas prácticas de sus gobernantes.

Los firmantes atacan directamente al aparato de propaganda del partido, al que definen como una poderosa mano negra, y le acusan incluso de silenciar algunas declaraciones recientes del propio primer ministro, Wen Jiabao, a favor de ciertas reformas políticas.

Este documento se ha difundido precisamente en vísperas de la reunión plenaria anual de la dirección del Partido y, aunque ha sufrido la misma censura que critica, Pekín no ha podido evitar su difusión a través de algunas webs y blogs.

Aunque los firmantes son un grupo de antiguos dirigentes de avanzada edad y alejados de los actuales círculos de poder, destacan entre ellos un antiguo secretario del propio Mao y un ex director del periódico oficial del partido, el Diario del Pueblo.

Probablemente, un documento de este tipo no tenga ninguna trascendencia en las políticas de Pekín, como ya ha sucedido en anteriores ocasiones, pero esta vez llega justo en el momento en que se intenta frenar la difusión de la obtención del premio Nobel de la Paz por parte del disidente Liu Xiaobo.

Precisamente este premio podría abrir una nueva disputa entre Pekín y Tokio en un momento de tensas relaciones, ya que el primer ministro nipón, Naoto Kan, ha declarado que sería deseable que el régimen chino liberara a Liu Xiaobo, condenado a once años de cárcel por promover un documento que exigía reformas políticas. Con todo, Kan ha evitado hacer una reclamación explícita al gobierno chino.