Japón se replantea su apuesta nuclear, dos meses después del desastre de Fukushima

Redacción 11/05/2011 La firme apuesta de Japón por la energía nuclear no ha podido resistir los efectos del accidente de Fukushima, el peor de la historia después del de Chernóbil. El gobierno nipón ha anunciado que se replanteará su política energética y que abandona el proyecto de aumentar el número de plantas nucleares para conseguir en 2030 que el 50% de la energía la produjeran las nucleares.

El primer ministro, Naoto Kan, ha declarado que Japón debe diseñar de cero su política energética y desarrollar energías alternativas como la solar, eólica o la biomasa.

Actualmente Japón tiene 54 reactores nucleares que generan el 30% de la electricidad que gasta el país y tenía previsto construir al menos 14 nuevos reactores en los próximos 20 años.

Sin embargo, el poderoso lobby nuclear poca presión puede realizar ante la grave situación desencadenada tras el tsunami. En la central de Fukushima Daiichi lo mejor que puede ocurrir es que no empeoren las previsiones y se pueda conseguir la parada en frío de los seis reactores. De todas formas se tardará un plazo de entre seis a nueve meses en conseguirlo.

En los últimos días Tepco, la empresa responsable de la planta, ha permitido la entrada de trabajadores en el reactor número 1 para reparar el sistema de refrigeración y su intención en los próximos días es inundar con más de 7.000 toneladas de agua la vasija de contención para enfriar las barras de combustible.

Pero no sólo Fukushima tiene problemas. En la última semana el gobierno ha obligado a cerrar la central de Hamaoka, situada sobre una peligrosa falla sísmica a 200 kilómetros de Tokio, hasta que mejore su seguridad y se han detectado fugas radiactivas en la planta de Tsuruga, en la costa oeste.

La realidad actual muestra que dos meses después del tsunami el 60% de los reactores nucleares de uso comercial de Japón siguen sin estar operativos ya sea porque están dañados o porque se están sometiendo a controles de inspección.

Naoto Kan, duramente criticado por su falta de respuesta ante la crisis, multiplica los gestos de apoyo a las víctimas y la presión sobre las empresas que operan las plantas nucleares.

Ayer anunció que renunciaba a su sueldo, el de mandatario no el de diputado, mientras durara la crisis y pidió perdón por no haber evitado el accidente nuclear. Kan reconoce que el gobierno tiene una responsabilidad importante por haber promovido la energía nuclear como política nacional.

El primer ministro también se ha comprometido a investigar de forma exhaustiva lo ocurrido en Fukushima y depurar responsabilidades, además de incrementar las medidas de seguridad en todas las centrales nucleares.

Los efectos del terremoto y posterior tsunami que el 11 de marzo arrasó la costa noroeste de Japón siguen condicionando la vida y la economía de Japón.

Se calcula que 25.000 personas han perdido la vida. Esta cifra convierte el tsunami en la peor catástrofe en coste de vidas humanas desde la II Guerra Mundial.

Las cifras oficiales de muertos rondan las 15.000 personas a las que hay que sumar cerca de 10.000 desaparecidos, según los datos de la policía.

Dos meses después de la tragedia unas 117.000 personas permanecen todavía en refugios provisionales sin poder regresar a su hogar y muchos no saben cuando podrán hacerlo. El maremoto destruyó al menos 68.000 casas que se deben reconstruir.

80.000 residentes permanecen evacuados de las zonas situadas a 20 kilómetros de la central de Fukushima por los riesgos de exposición a la radiactividad.

El martes 10 de mayo se permitió la entrada de forma controlada al primer grupo de vecinos de la zona de exclusión. Vestidos con trajes, gafas, guantes y mascarillas de protección pudieron entrar en sus casas durante un periodo de dos horas para recoger sus pertenencias. Se les permite sólo transportar una gran bolsa.

Los efectos económicos de la tragedia lastran la economía. El Banco de Japón calcula que el tsunami se comerá un punto porcentual del crecimiento económico previsto para este año fiscal que se situará en un limitado 0,6%.

El consumo interno se ha paralizado y la producción industrial al igual que las exportaciones han caído.

Los problemas en el suministro eléctrico provocados por la paralización de centrales nucleares como Fukushima se mantendrán e incluso aumentarán en verano y numerosas fábricas siguen sin estar operativas al 100%. Los fabricantes de automóvil se plantean crear turnos rotatorios para ahorrar energía y cerrar algunos días entre semana y compensar trabajando los fines de semana.

Toyota ha anunciado una caída de beneficios netos del 77% en el último trimestre provocada por las repercusiones del tsunami, aunque en el total del año fiscal que finaliza en marzo ha conseguido duplicar sus beneficios netos. La marca nipona ha perdido el liderazgo mundial de venta de coches frente a su rival norteamericana General Motors. A pesar de ello Toyota espera volver a la normalidad y recuperar la producción y las ventas a partir de julio.

El gobierno ha aprobado un presupuesto de 33.000 millones de euros para afrontar la reconstrucción. Se necesita retirar escombros, reparar infraestructuras y reconstruir pueblos enteros.

Además se ha comprometido a ayudar a Tepco a pagar las indemnizaciones por daños y perjuicios a los afectados por el accidente nuclear. Para ello creará una nueva sociedad y ha impuesto condiciones a Tepco que han sido aceptadas como no establecer un límite máximo de compensación de pagos por adelantado, aceptar una investigación externa y reducir costes estructurales.

También se contempla una remodelación del gobierno para crear algún ministerio dedicado exclusivamente a la reconstrucción.