Redacción
14/07/2011
Un
atentado en Kandahar, en la mezquita donde se celebraba una ceremonia fúnebre por el hermano del presidente afgano asesinado el martes, ha provocado al menos cuatro muertos y más de una decena de heridos. Los talibanes vuelven a mostrar su fuerza y lo cerca que pueden llegar del presidente Hamid Karzai.
Un terrorista suicida se ha inmolado en el interior de la mezquita mientras se celebra un servicio funerario en memoria Ahmad Wali Karzai, hermanastro del presidente de Afganistán y jefe del Consejo Provincial de la provincia de Kandahar.
Entre los muertos se encuentra el jefe del Consejo de clérigos de Kandahar. El presidente Karzai, que asistió al funeral el miércoles, no se encontraba presente en este acto. Sin embargo, en la mezquita se encontraban algunas autoridades como el gobernador de Kandahar y otros cuatro hermanos de Karzai.
El atentado se ha producido a unos escasos 100 metros de la residencia presidencial en la ciudad, en teoría una zona de máxima seguridad.
El martes el hermanastro del presidente fue asesinado por uno de sus guardaespaldas. Ahmad Wali Karzai estaba considerado el hombre más poderoso del sur de Afganistán y era una figura controvertida, pero muy activa en la lucha contra los talibanes. Algunas fuentes lo relacionaban con el narcotráfico y la corrupción. Se le acusaba de acumular mucho poder y socavar el del gobierno central al mismo tiempo que trabajar para la CIA.
El miércoles el gobernador de la provincia de Helmand sufrió un atentado mientras se dirigía al funeral del hermano de Karzai, dos policías resultaron heridos.
El asesinato de Walid karzai a manos de uno de sus guardaespaldas muestra la capacidad de los talibanes pueden infiltrase y alcanzar en teoría a las personas más protegidas del régimen.
Las acciones terroristas representan una demostración de fuerza de los talibanes en vísperas de la anunciada retirada de tropas estadounidenses. El asesinato de Walid Karzai fue reivindicado y calificado por los talibanes como uno de sus grandes logros en los diez años de guerra.
Con sus últimos actos los talibanes han demostrado que pueden actuar en la capital e incluso contra las máximas figuras próximas al gobierno. Además, se ha denunciado que en diferentes provincias se están registrando una serie de asesinatos políticos para crear un gobierno a la sombra.